Una Serpiente oscura de mar,
abrió sus brazos en noche de luna llena,
sus ojos brillaron como un sol negro,
y luego de un ronco silbido,
batió sus alas sobre la incertidumbre
y el miedo.
Rasgó las profundidades
trayendo la verdad sobre la tierra,
Ante su aliento, me sentí solo y pequeño,
ante su escrutinio, desnudo y con frío.
Con la luz de su mirada,
escudriño oscuros recovecos,
entumido en medio del silencio
me arrepentí por no haber sido sincero.
Invoque a la Señora del mar con clamor sereno
y esa serpiente oscura de mar,
justo cuando la luna marcaba su propio receso
se volvió blanca con el sol costero.
No es tarde pensé mirando al cielo,
y con voces del silencio los antiguos respondieron
se debe ser más hombre, dijeron,
un cazador, señor y picapedrero.